Decía el portavoz del Partido Popular en la Comisión de Asuntos Exteriores Gustavo de Arístegui que "no es positivo que la política se mezcle con las Olimpiadas". Yo estaría de acuerdo con él, si el mundo fuera ese maravilloso lugar dónde nadie pusiera sus intereses por encima de los de los demás, pero tristemente, esto no es así. Si las olimpiadas no estuvieran manchadas por la política sería estupendo ver a los atletas desfilar tras la bandera de su país, sin tener que ver en las gradas a los politiquitos de turno. Ni protocolo, ni que "la persona" del politiquito represente al país en el mundo, ¿acaso hay mayor representación de un país en el mundo, que su bandera ondeando?.
Si la política no estuviera mezclada con las Olimpiadas, no hubieran elegido a China como país dónde celebrar unas olimpiadas, por los motivos que todos sabemos y que hemos escuchado repetidamente.
"Lo importante es participar", dijo del Barón de Coubertin. Y en eso están los políticos, en participar, y veremos aparecer a muchos en las gradas durante estas dos semanas.
Me gustaría saber si algún deportista ha dejado de ir a estas Olimpiadas por voluntad propia, porque su moral le impida participar en un país sin libertad, donde se persigue a los cristianos, por ejemplo. Comprendo que para un deportista sea una ocasión irrepetible en la vida. Pero también comprendo que si ninguno ha dado un paso al frente, China ya había ganado antes de inaugurar sus juegos, y entonces no se celebrarán allí los juegos para abrir a China al mundo, sino para convertir al mundo un poco más en China. No quiero oros manchados de sangre y silencios.
Etiquetas: andando por la vida
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