Con estas lluvias tardías, de nuevo hay que salir a la calle mirando al suelo más que al cielo, pues del cielo sabes lo que te llega, pero no sabes qué sorpresa te deparará el suelo. Y por mucho cuidado que lleves, al final acabas pisando la baldosa rota, que te pone de agua y barro hasta las orejas.
Yo, por estos lugares, estoy acostumbrado a ver, en las plazas y calles, a ese grupo de personas que los veas a la hora que los veas siempre están desayunando, mientras tan solo uno de ellos, de rodillas, cambia la baldosa rota...
Trabajan en cadena, uno compra la litrona, otro el desayuno, otro hace cemento y el otro pone la baldosa. Y esta tarea les lleva toda la mañana. Prueben a observarlo.
Y aun así, seguimos encontrando sin buscarla, esa baldosa suelta que nos llene. Si esto pasa ahora, ¿qué será de nosotros cuando se acaben los planes de empleo con dinero de la UE?. Tiemblo al pensarlo.
Etiquetas: andando por la vida
1 comentarios:
Subirán los impuestos hasta asfixiarnos económicamente a los currantes, Winston. Eso sí, todo en nombre de esa falacia del Estado del Bienestar y del reparto de la riqueza (la de los demás, claro, no la de los progres millonarios).
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